De Cruz y Media Luna/From Cross and Crescent Moon
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La satisfacción, la sensualidad y las posibilidades son recurrentes en la poesía de Ardalani. “De Cruz y Media Luna” es un poema en el que la hablante le habla a ese ser, al hijo, de las circunstancias en que fue procreado, entre las cuales el amor, el deseo y la pasión son tan poderosas que pueden olvidar la historia y proyectar el futuro. El hijo es la posibilidad, la esperanza de la conciliación de la historia. La maternidad se presenta en la poesía de Ardalani también como una potencia: el mundo caótico anterior a haber trascendido la vida, lo ordena ella para ese nuevo ser en “Antes de ti”. En “En mis senos de fuego”, “Si te acuestas aquí” y “Nos despertaron los mosquitos”, la hablante poética le narra al hijo todas las vivencias y sentimientos que se le despertaron al darle por primera vez el alimento de sus senos de fuego. La hablante poética se identifica de nuevo con la tierra y como ésta, sustenta a su hijo con un alimento ancestral: el calostro. Este oro líquido, desapercibido en la poesía masculina, para Ardalani es una potente metáfora de transmisión de sabiduría cultural; es la inoculación contra las intransigencias, la incomprensión, el desconocimiento y las injusticias que éstas provocan. Al igual que le ha dado vida a través de un amor etéreo y apasionado (que ella hace posible porque los sentimientos impalpables se corporizan en la sensualidad siempre presente), la hablante le regala la facultad de la lengua, también como una metáfora poderosa de la herencia cultural que le está transmitiendo. Lengua, memoria, cultura, son necesarias para contrarrestar de alguna manera la otra herencia femenina de la otra abuela, la que no tiene puentes y sabe a cárcel, y cuya lengua es de hielo. En esta última sección del poemario, Ardalani construye con las palabras mundos posibles, que en el futuro, en la nueva identidad que el hijo ya posee, él recurra también a las posibilidades infinitas que le proveen sus dos culturas. Incluso no actuar es también una opción, todo es fructífero porque así se lo ha imaginado ella. El lenguaje como agente transmisor y sanador de la psique cultural es increíblemente enfatizado en “Dice tu padre que te enseñe”. A pesar de que la lengua y la cultura del padre son percibidas en ese instante como transmisoras también de múltiples heridas, el hecho de cedérselas al hijo las depura. Sólo se transmite lo mejor y esto se transforma en el bálsamo que serena el dolor. A la vez, esto la lleva a rememorar el futuro, cuando quizás el dolor del destierro en los ojos del amado sea tan poderoso que se aleje de nuevo a sus tierras originales y la hablante nos confunde y se confunde y no sabemos si en realidad está recordando al abuelo o al amado cuando se transforme en abuelo en “Te imagino”. En “Huérfano” es él, el amado que recuerda al padre en el que se transformará porque el padre ha partido ya, lo ha dejado en una orfandad desconocida, soledad rebelde para andar en el mundo sin raíces, que aunque lejanas, lo ataran a la tierra. Este poema es enormemente conmovedor por la fiera ternura con que la hablante poética transmite la empatía con el dolor del amado. Los últimos dos poemas: “Sangrarás” y “Tus abuelas rezaron”, presentan utilizando la conjugación en futuro, todo el mundo de posibilidades que las culturas y las espiritualidades de las que es originario le abren al nieto, incluso cuando el sufrimiento llegue. Ardalani crea una dinastía cuya fuerza y firmeza procede de las abuelas, las mujeres fuertes espiritualmente cada una en su cultura y la refuerza con los abuelos, trasciende luego al amado y finalmente, es ella quien la puntualiza en él, el hijo es su oración, su palabra, su verbo y su creación. La poética presente en la compilación de Ardalani pareciera situarla en una larga y poderosa dinastía femenina de poetas como Ibarborou, Agustini, Storni, Mistral, y de las contemporáneas mexicanas Miriam Moscona y Mónica Mansour. Sin embargo, la manera en que el lenguaje teje y transmite cultura (elementos claves en su poética), y la experiencia de ser mujer es gozosa a partir de la inscripción de un cuerpo femenino sensual, pleno y generoso, la ubican dentro de un horizonte propio. El recurso de las imágenes y el simbolismo de la naturaleza no son tan herméticos como en la poesía de Coral Bracho, en Ardalani hay fluidez y a través de la inscripción de lo erótico y lo maternal desvanece límites y ensancha la perspectiva de los espacios. Declara Cynthia Pech: “La poesía trabaja la sensibilidad de quien lee. Los versos son palabras que se hacen propias, establecen una identificación y se traducen interpretativamente en significados”.[1] Así es como yo he leído a Ardalani y extiendo la invitación a acercarse a esta poeta, haciendo propia la experiencia de sus palabras, absorbiendo, maravillándose y viviendo su arte, sus mundos, sus fronteras. _______________________________ [1] En “La Poética de la Experiencia como Poética Femenina”. Razón y palabra 47 octubre-noviembre, 2005. http://www.razonypalabra.org.mx. Marzo, 2006. |